acurrucamiento

 
Dos o más masas corpóreas se mezclan en un acurruco. 

En un acurruco, las masas se juntan, friccionan, agrupan en busca del calor perfecto, de la comodidad absoluta. Este acurruco se logra al completar la sensación total de recubrimiento. “La idea se asemeja al querer transformarse en una manta” dijo, o algo así recuerdo. 

Las masas, lo suficientemente articuladas, encuentran la forma más dócil de achicarse, expandirse, deformarse y entrometerse en cada hueco llenando cada espacio inhabitado que podría haberse llegado a calar entre sus huesos. Con el simple deseo se contraen y amoldan, se vuelven líquido sobre las sábanas hasta rellenarlo todo y volverse un pequeño mazacote inteligible entre sí.

La sola idea de lograrlo, extasía a la masas, que comienzan a agitarse, frotándose las unas a las otras hasta el cansancio más exhausto y mejor bien buscado. Logrando así la perfecta pila de texturas que calzan como si estuviesen construidas para ello. 

“El posible acurruco no hecho se sintió como un agujero en el pecho, aproximadamente en la segunda costilla, del lado cercano al esternón, contando de arriba para abajo, claro” exclamó para sí y para todas. 

El acurruco que no se hace estremece y deshace, es la tensión máxima, palpitante y tentativa de ser utilizada. Como un gran desgaste en vacío se acelera y enfurece en vano. Como lo que se anhela hasta lo mas absurdo y es desechado en un solo soplido. Como la expectativa mas esperada que se torna imposible en ojos realistas.

“Siempre me pensé como un cúmulo de fuerza mal utilizada” dijo a la vez que miraba su mano expandirse y retraerse a contraluz del ventanal. Pareciera que no se da cuenta, pero sí, aunque eso no es suficiente. Cuando se hace consciente ya podría haber sido capaz de romper y eso la frustra. Es difícil. 

Un acurruco bien logrado (desde el querer propio y en pos del bienestar ajeno), es capaz de volverse una nueva fusión de sentires que se alternan y engullen en grandes bocados. Es como un reencuentro que tardó más de lo necesario, como mirarse a los ojos, como acallar la ciudad. Los pliegues de la piel y la ropa se confunden y mimetizan, brotando de ambos el rumor de la noche, detonante y sepulcral, murmurante de incógnitas.


Comentarios

  1. Querida drochit: gracias por seguir escribiendo. Cuando mí sobrina sea más grande le mostraré tus obras y letras. Atentamente: Lunita.

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