En defensa de la soledad
Quien no sabe vivir en presencia de su propia soledad no podrá construir más que una secta. Esta idea rondó mi cabeza estas semanas. Pensaba en la grupalidad que se nutre solo en sí misma como un circuito cerrado y hermético, donde ese mismo hermetismo no produce más que la incapacidad de solucionar conflictos o la propia miseria de conformidad. Donde el grupo es más prioritario que la propia individualidad humana es donde la masa se transforma ya no en una herramienta-posibilidad de poner en acción desde la fructuosidad de lo colectivo, sino el fin mismo. El grupo como fin en sí mismo. Qué terrible. No sé si será porqué soy introvertida.
Soledad no quiere decir estar aislada, valga la aclaración. Pero también, mí yo más egomaniaco quiere aferrarse a la idea de una soledad autónoma y plena. No quiero un grupo de pertenencia, ni quiero formar una comunidad. Al menos no quiero que esa sea la base de mi existir. Quiero conformarme con mi presente. Que mirarme al espejo en un principio, no me asuste. Que al mirar a otra, no sienta el pánico de que ojee de más por sobre mis vulnerabilidades. Quiero ver en la otra una ser humana que en su propia soledad, elija plena compartir de su existencia.
La organización como prioridad fundamental, ya no me es una urgencia. En mi corta y minúscula vida he visto fracasar proyectos que se fundaron en la organización y en torno a una ideología que se tornó en dogma. Todas han repetido los mismos conflictos y ninguna ha aprendido a subsanar errores. En momentos así, donde me pongo pesimista, pienso que la soledad, contraria al imaginario de condena, de un resultado dado por malas decisiones e incluso como muestra de una personalidad hostil, violenta o quién sabe, mal intencionada; Es más bien, una potencia infravalorada. En soledad se toman decisiones, se hace retrospectiva, se miran los conflictos desde una lejanía más saludable. La soledad crea, construye e imagina. Realza conflictos y los pone en tensión.
Por un ostracismo elegido y un exilio de la decisión.
//
cuando estoy sola no me castigo ni me condeno.
camino en círculo alrededor de la mesa de la cocina
a veces me detengo frente al espejo
y bailo un poco
-en realidad, solo intento seguir un ritmo
me sorprende a veces tener control sobre mi propio cuerpo-
me miro al espejo repetidamente
gesticulo y muevo mi rostro como si fuese una máscara
me hablo mucho, demasiado
me discuto mucho, capaz demasiado
me interrogo mucho, definitivamente demasiado
me quejo mucho, no lo suficiente quizás.
invento palabras para describir algo nuevo.
cocino cosas a las apuradas
las como muy muy lento.
pienso ideas fantásticas
las miro con detenimiento
las doy vuelta
le dibujo encima
y las vuelvo a dar vuelta
pienso ideas horribles
que me atormentan
me hacen llorar.
escucho música
con auriculares
y con parlantes
me obsesiono con una canción
y la repito hasta que me empalague
descubro una canción nueva
y la repito hasta que me olvido que existe.
tengo conductas compulsivas, muchas
bruxo haciendo chillar los dientes
aprieto mi lengua contra el paladar hasta hacerme cosquillear la mandíbula
me muerdo los dedos hasta que sangran
me muerdo las mejillas hasta que me arden
tenso mis músculos hasta que se acalambran
incluso mi pecho se acalambra.
camino por la calle con entusiasmo
miro los patios de las casas
me detengo a sacarle foto a las cosas que me parecen curiosas
me detengo si veo un perro con ropa graciosa durmiendo al sol
me detengo frente a un cartel que alguien escribió
viajo en colectivo
y en tren
muy muy muy de vez en cuando, en subte.
miro videos en youtube
de podcasts de personas conversando cosas
o bandas con sesiones acústicas
o esos compilados de música que arma la gente.
dibujo sosteniendo el lápiz como si fuese un mandril o bueno, así me siento haciéndolo
dibujo sosteniendo la carbonilla como si fuese un arma blanca
rasgo la hoja con materiales blandos, como si fuese mi peor enemigo.
me baño y miro el vapor correr ferviente a la claraboya.
tomo un mate dulce, tan dulce que es un bochorno
como una banana o una manzana.
escribo sinsentidos
escribo consentido
en imprenta mayúscula cuando quiero gritar
en imprenta minúscula cuando quiero ser formal
en cursiva cuando quiero decir amorosidades.
busco en internet un texto perdido
o el curriculum de una persona que desconozco
la etimología de una palabra
la obra de un artisto muerto.
lavo los platos
doblo la ropa
ordeno la vajilla
hago la cama con esmero
limpio con detenimiento el trapo que usa mi abuela para comer
mi mamá lo llama babero
me recuerda a la servilleta que llevaba al jardín.
con recurrencia, hurgo entre mis cosas buscando algo nuevo
algo que haya pasado por alto.
pienso jugando a ser otra persona
imagino un diálogo
como un guión
donde soy una heroína
y donde soy una villana
a veces me aprendo mal el libreto
y empiezo de nuevo desde el principio.
no hago absolutamente nada
me pierdo mirando un punto fijo
por lo general, es arriba a la derecha de mi mirada
por
alguna razón, ese espacio es siempre cómodo para descansar
no pienso en nada
descanso en mí.
Comentarios
Publicar un comentario