En defensa de la soledad
Quien no sabe vivir en presencia de su propia soledad no podrá construir más que una secta. Esta idea rondó mi cabeza estas semanas. Pensaba en la grupalidad que se nutre solo en sí misma como un circuito cerrado y hermético, donde ese mismo hermetismo no produce más que la incapacidad de solucionar conflictos o la propia miseria de conformidad. Donde el grupo es más prioritario que la propia individualidad humana es donde la masa se transforma ya no en una herramienta-posibilidad de poner en acción desde la fructuosidad de lo colectivo, sino el fin mismo. El grupo como fin en sí mismo. Qué terrible. No sé si será porqué soy introvertida. Soledad no quiere decir estar aislada, valga la aclaración. Pero también, mí yo más egomaniaco quiere aferrarse a la idea de una soledad autónoma y plena. No quiero un grupo de pertenencia, ni quiero formar una comunidad. Al menos no quiero que esa sea la base de mi existir. Quiero conformarme con mi presente. Que mirarme al espejo en un principio, no...